Empezar a escribir este artículo me trae nostalgia. Por un mundo sin pandemia, en el que tu mayor preocupación era dónde dormir y comer.
Estuve en Asia por primera vez en noviembre de 2016. El primer país que pisé fue Tailandia. ¿Sabéis que pasó en Tailandia en octubre de 2016? Es decir, días antes de mi llegada. Murió Bhumibol Adulyadej, rey de Tailandia durante 70 años. Fue espectacular, a diario llegaban miles de tailandeses a rendir su homenaje a Bangkok. La gente iba vestida de negro y lloraban cada vez que hablaban de la pérdida que tuvieron. Pudimos ver cuán querido era.
De ahí fuimos a Camboya, seguimos a Vietnam, Indonesia, Japón, Nepal y la India. Os cuento esto porque no es que solo haya visitado un país y generalice a un continente.
La gente es maravillosa, te regalan su sonrisa y son muy serviciales. Hay que mencionar que en numerosas ocasiones nos hemos sentido como dólares con patas, pero es su modo de ganarse la vida.
La comida me ha encantado. Ahí decidí dejar de comer carne, porque me di cuenta de que una alimentación vegetariana es posible. En Japón, al ser una isla, se come mucho pescado, pero en los otros países su principal aporte de proteína son los huevos, el tofu, las legumbres y el pollo. Mis platos favoritos el pad-thai tailandés y la okonomiyaki japonesa.
El llegar a un país, que es totalmente distinto, me encanta. Hay una gran diferencia cultural y eso me enriquece el alma.
El paisaje es totalmente distinto. Excepto Japón y las capitales, son países en los que conviven aún la naturaleza y el hombre. He visto grandes monumentos de la naturaleza, como las islas y playas de Indonesia o las montañas de Nepal.
Qué ganas de volver y enseñar a mis hijos aquello que vi.
Virginia Trujillo- @virginiatrujillodoncel/ 11 de julio de 2022