No te extrañes si pronto comienzas a escuchar hablar mucho y muy fuerte de Isabel Romero Casas, autora de la novela histórica del Madrid de los años 50, El eco de mi nombre.
Sí, yo pienso que el amor puede surgir en cualquier circunstancia. El amor se puede convertir en esa fortaleza y esperanza para salir adelante en los tiempos más adversos, dándonos una motivación para pensar en un futuro mejor. En la posguerra era un amor difícil debido a las secuelas de la guerra, pero creo que era esa mezcla de dolor, sacrificio, esperanza y resistencia lo que lo convertían en algo muy especial.
Todos los secretos son perjudiciales en mayor o menor medida, pero es cierto que aquellos que involucran mentiras, engaños y traiciones son los más graves en especial si estos provienen de la familia.
En la posguerra prácticamente todo era un secreto, no podías expresar tus opiniones, tu religión, ideas políticas ni orientación sexual. Te pongo un par de ejemplos: muchos homosexuales acababan casándose y teniendo hijos para no sufrir las consecuencias. Imagínate vivir con ese secreto, lo que podría suponer para tu familia y para ti misma.
Si eras mujer y tenias un hijo sin estar casada era terrible y eso hacía que muchas familias hiciesen pasar a su nieto como su hijo de tal manera que madre e hijo se criaban como hermanos.
Imagínate lo que sería para ti descubrir que toda tu vida es una mentira, yo creo que me sumiría en una depresión y una crisis de identidad monumental.
Sin duda, para mí los secretos que tienen que ver con la familia son los más graves.
En realidad, cualquier secreto que cause daño a otra persona es perjudicial.
Desde el primer capítulo ya nos encontramos a una Mercedes que en lo único que piensa es en casarse y tener hijos, una Mercedes que no expresa ni sus gustos ni sus sentimientos para no contrariar a sus padres, una Mercedes que obedece sin cuestionarse para nada lo que su familia, al igual que su novio, tienen planeado para ella, porque “la familia es el pilar básico de la sociedad”.
En aquellos años se esperaba que una mujer cumpliera únicamente el rol de buena esposa, buena hija y buena madre. No tenían los mismos derechos que los hombres ni su opinión se tenía en cuenta.
Bueno…depende de cual fuese tu situación social y política. Las adopciones estaban reguladas por el Estado y controladas de cerca por el régimen, se daba preferencia a las familias católicas y afines al régimen y si además la familia tenía recursos económicos….
Los niños adoptados eran a menudo hijos de familias “peligrosas”: republicanos, comunistas o disidentes políticos. Hay que ser conscientes de que la mayoría de esos niños eran arrebatados de los brazos de sus madres, muchas de ellas encerradas injustamente en cárceles de mujeres de donde pocas lograban salir con vida de ahí y las que lo hacían no volvían a ver a sus hijos.
De esto podríamos hablar mucho, pero te voy a mencionar lo que yo creo fue más significativo.
La década de los 50 fue la etapa más dura de la posguerra, los españoles empezaban a darse cuenta de que la soñada liberación por parte de los aliados al acabar la Segunda Guerra Mundial no llegaba, sus ilusiones se desvanecían y tuvieron que enfrentarse a una etapa de mucha hambre y miseria.
Fue en esta década donde crecieron los movimientos obreros y estudiantiles que se manifestaban en las calles pidiendo mejoras tanto laborales como sociales. Movimientos que eran duramente reprimidos por el régimen donde no se tenían en cuanta los derechos de los manifestantes que eran golpeados sin piedad. Hacer una huelga era un delito.
Un acontecimiento importante que le mostró al régimen que estaba perdiendo el control sobre la juventud fue el ocurrido en la Universidad de Madrid en 1956 donde un grupo de estudiantes que se estaba manifestando a favor de elecciones libres al sindicato estudiantil se enfrentaron a un grupo de falangistas. Cuando la policía procedió a detener a los responsables de la convocatoria de la asamblea de estudiantes descubrió que muchos de ellos eran antiguos falangistas e hijos de personalidades del régimen. Este acontecimiento hizo mucho daño al régimen y animó a otros sectores a continuar con las protestas. El movimiento estudiantil era el reflejo del fracaso cultural e ideológico del franquismo.
Tenemos que partir de que Mercedes es una joven inocente que piensa que su realidad es la de todo el mundo y que cuando, a raíz de varios sucesos, va descubriendo que la vida de la mayoría de los españoles es muy distinta a lo que ella creía tiene que hacer cosas que nunca había hecho: mentir, incumplir la ley y dejar de ser esa “buena chica” que sus padres y entorno había moldeado. Ha sido educada bajo una estricta educación religiosa en la que prácticamente todo es pecado.
Mercedes está acostumbrada a que se lo hagan absolutamente todo, ni siquiera sabe lo que cuesta llenar la despensa de comida, lo que sufrieron muchas familias después de la guerra ni lo duro que es no tener servicios básicos como luz, agua o asistencia médica. Podríamos decir que es una completa ignorante y que aprende de la manera más cruel a valerse por sí misma. Tiene que romper todos sus esquemas para poder sobrevivir.
Sí, los derechos de la obra son míos y por supuesto que me encantaría reeditarla y relanzarla de nuevo. Sería maravilloso que la historia de Mercedes Quiroga llegase a todos los rincones de España para que los lectores tuviesen la oportunidad de enamorarse de ella.
Eva Fraile / 12 de junio de 2024